Otra vez a mi..!

Ahora ya sé. Cuando el cielo tiene nubes que son como algodones que se van para arriba, de ese color blanco que queda brillante con el sol, es porque trae piedra. Piedras en forma de huevos, de un tamaño intermedio entre un huevo de codorniz y uno de gallina. Es un granizo raro. Comienza cayendo en una dirección, y cambia la misma justo cuando uno pudo acomodar el auto contra una pared que lo protegía. Entonces las piernas empiezan a temblar. Porque se siente feo. Ahora sé que siente un policía que mete su patrullero a una villa para hacer un allanamiento. Y el vidrio se empieza a empañar... y el arbolito prefiere aliarse a la tormenta y arroja sus ramas contra el techo del auto. Sépanlo; los arboles no sirven en caso de granizo. Que queda? Aparte de un auto marcado por piedra, solo se puede moverlo hasta encontrar un techo. Pero cuando ya empezó a caer, es tarde. Porque los otros automovilistas tuvieron el mismo problema, pero son mas previsores. Apenas se las vieron feas, coparon estaciones de servicio, y cualquier otra estructura protectora. Entonces resta... que cosa? Manejar! Dar vueltas por el barrio, esperando que suene el despertador para terminar con el mal sueño. Dar vueltas por el barrio, esperando el milagro. De pronto, un garaje abierto. De quien será? Okey, después pregunto... Meto el auto y alguien me viene a abrir la puerta de entrada a la casa. –Señora, cuando termine la piedra le saco el auto! –ah, ok. Y así el ritmo cardiaco retoma su andar normal. Con toda la curiosidad por saber como habrá quedado la chapa. Me bajo, lo miro. En fin, no veo gran cosa. Ya va a haber tiempo para admirar la obra de la naturaleza.
Ya la piedra pasó, y estoy volviendo. Pensando. Tengo que hacerme mala sangre? Ya una vez me pasó, hace como cinco años. El arreglo me costó. Me costó recuperarme de los moretones que me quedaron en la espalda. Esta vez moretones no tengo. Entonces pienso “Esta vez fue mejor”. Y elijo no hacerme mala sangre. Ahora, mas tranquilo, me empiezo a reír. Pensando en que hubiera pasado si llegaba justo el dueño de casa justo cuando mi auto ocupaba su garaje. ¿Habría creído mi versión?. Una situación difícil para mi, y para su señora...

Así que ya saben. La piedra me agarro el auto. Y acá estoy, tranquilo y despreocupado, porque es chapas y fierro. Ahora si; la próxima, apenas asome una nubecita, ni lo asomo!