martes, febrero 03, 2009

Todo gracias a mi brillante cabeza!

En este pequeño posteo, intentaré relatar un pequeño fragmento de lo acontecido durante mis últimas vacaciones. Para aquellos que no lo sabían, las muy condenadas finalizaron el pasado domingo 1 de Febrero, y si hoy estoy escribiendo en mi blog, es porque ya me encuentro sentado en la oficina imprimiendo recibos de sueldo. En el pequeño intervalo que queda entre recibo y recibo, a donde debo agregar una hoja ya que el alimentador automático no funciona, pienso escribir el relato. Situación complicada la mía, pues a veces una buena y creativa idea me invade la cabeza, pero la situación de agregado de papel me la borra en un momento. Allí es cuando la adulta HP400 continúa su tarea, y me cede el tiempo para agregar algo de texto.De todos modos, no quiero quitar espacio al suceso a relatar, así que voy a comenzar con él en este mismo momento:

Caminábamos por el centro de Villa Carlos Paz con Leticia, Inéz y Leandro. Paseábamos descansados, al ritmo de caminata de vacaciones. Leticia comandaba la tropa, y la dirigía hacia el lugar que yo no elijo para ir, pero coincide ser una visita obligada cuando vagamos por Carlos Paz: el paseo de los artesanos es uno de esos lugares donde las mujeres observan los artículos junto a su pareja, esbozando expresiones como "¿¡Quince pesos sale eso!?", y de reojo y por lo bajo te susurran "¡Quince pesos nada más, y es hermoso!", acudiendo al maldito doble sentido al que los hombres le somos tan enemigos, y terminamos por no comprarle nada simplemente para dejar claro que cuando alguien quiere algo tiene que pedirlo, directa y claramente, para evitar cualquier malentendido. Finalmente terminamos eligiendo comprarle aquello que en parte nos gusta, simplemente para dejar claro que no lo hacemos de mezquinos, sino por una cuestión de respeto a la simpleza masculina. En definitiva, como ella (o ellas) sabe que el efecto de mirar artesanías se asemeja al de mirar vidrieras en tiendas de ropa, intuyen que luego del paseo tendrán que dedicar un ratito de su tiempo a una actividad que elijan los hombres. Y como para ganar tiempo, antes de llegar a los artesanos, vino la pregunta: "¿Y vos que tenés ganas de hacer?", y me miro con esas miradas que expresan un "y ojo con lo que vas a pedir". Yo, sin rodeo y bien directo, contesté: "Yo quiero ir a Circo Chico". Circo Chico es una agrupación ambulante que tiene malabaristas, magos, trapecistas, payasos, pero lo que más me gusta de esa gente es el maravilloso sentido del humor. Como todas las temporadas aterrizan por la Villa, tuve la oportunidad de disfrutar de sus espectáculos en más de una oportunidad. Y es admirable como me siguen gustando a pesar del paso de los años. Así que sin reproches, acompañé al grupo femenino a la vuelta de los artesanos, solo para exigir igual cantidad de reproches cuando me tocara mi turno. Este año, y bajo el nombre de "Los Rodante" brindaban su show a la salida de la galería, como los últimos años. Nos sentamos los cuatro, y esperamos ansiosos que comenzaran a desprender su magia. Hicieron piruetas, malabares, y dejaron para el final del show, al mago del grupo. Este muchacho se apareció con una túnica negra al mejor estilo arabe, y con una bola de cristal en su mano. Hablando como turco, empezó a decir estupideces para causar la risa del público. Luego llamó a su ayudante, que luego guió hacia los espectadores para elegir a uno de ellos como voluntario. Con la excusa de buscar una "bola brillante", se dirigió derechito hacia un señor que estaba sentado detrás mio, y lucía una brillante pelada. Este señor se negó a ser su voluntario. Le insistieron, pero el tipo no quería. En el momento que el ayudante del mago desistió, me imaginé lo que vendría. Y aunque mi pelada no brillaba como la de ese señor, se me vino derechito. Me tomo de la mano y me preguntó el nombre, a lo que rápidamente agregó por su micrófono "Aquí Juan Pablo se acaba de ofrecer como voluntario, fuerte ese aplauso!". De esa manera fui llevado al escenario, me pusieron globos en las manos y en la cabeza, que entre broma y broma de los artistas, me reventaron con dardos. Así pude tener mi media hora de fama, y con nada menos que con Los Rodante, ex Circo Chico, mis ídolos de siempre.
Así finaliza mi relato. Espero que lo hayan disfrutado.
Por cierto, por autógrafos, solo los sábados a la tarde. Y recuerden que cuestan cinco pesitos...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pensaba q nunca diría esto:
"Que lindo tener una pelada para que te elijan los del ex circo chico".

Espero retornen estos tipos de relatos :D

Un abrazo compañero

Tissot online shop dijo...

Così difficile voglio solo gente che guarda verso il basso, zittoBluetooth Headphones reviews