lunes, mayo 19, 2008

"Nos pone más cerca"... ¿de quién?

Quince segundos. En quince segundos pienso. Es el lapso máximo que queda entre mensaje y mensaje. La idea está, pero el tiempo es corto. No elaboro nada, porque a los quince segundos algo corta el pensamiento y contesto. Sentado frente a la computadora quemando el tiempo. “Compartiéndolo” con alguien que no está acá, pero que contesta desde su globo. Aislado igual que yo; pensando en sus quince segundos; diez quizás. Sé que esto no está bien. Sé que debería ser distinto, pero me detengo a contestar y vuelvo a empezar. Y pasé varias horas allí, y al día siguiente me siento con el mismo vacío, mas profundo porque el tiempo lo agudiza, y vuelvo a empezar. Y contesto. Y pienso. Y se me ocurre apagar todo y salir corriendo. Encontrar al que contesta cara a cara. Abrazarlo. Disfrutar sus gestos, su sonrisa. Sé que las letras nunca dicen eso. Nunca hablan de las ganas de ver a alguien. Intentan convencerme de que estoy compartiendo con vos, cuando no es así. Y te leo. Y me dan ganas de decirte esto. Y de expresarte de que no quiero que sea así, y salir corriendo a buscarte, y mirarte, sentirte cerca, y… Quince segundos y contesto.

Te acompaño. Estás mal. Sé que tu dolor es muy grande para ponerlo en letras. Lo sé, lo pienso. Das detalles, ejemplos. Entiendo lo que decís, pero no te veo. No lo siento como debiera porque mi atención es incompleta. Tu dolor se confunde entre presentaciones graciosas y comentarios estúpidos de algún otro. No es justo tomarlo así. Tu dolor es grande y yo sigo sentado acá como si se tratase solo de palabras. Es que, solo son palabras. Y te acompaño en ellas y te entiendo y te aconsejo. Pero no te siento. Ni el mejor texto puede reemplazar el tomarte la mano, el abrazarte. Ni la llamada más extensa brinda el apoyo que el más corto abrazo. Lo sabés y lo sé, y nos conformamos con esto. Y el dolor no cesa.

¿Hace cuanto cambiamos las relaciones interpersonales por relaciones mediadas? Si hoy nos quedáramos sin ellos, seguramente no sabríamos relacionarnos, a menos que… a menos que hoy salgamos a la calle. Visitemos al amigo, lo escuchemos mientras llora, lo abracemos. Caminemos junto a él, veamos el brillo de sus ojos cuando nos ve llegar. Las palabras pueden describir muchas cosas, pero jamás van a reemplazar al momento que tu sonrisa contagió a la mía. Ese momento en que tu mirada me indicó que debía abrazarte y no soltarte. Apretarte para sentir que se aflojaba esa presión que te oprimía el pecho, para terminar en un suspiro tranquilizante.

Tomate el tiempo. Salí a descubrir lo maravilloso que somos cara a cara. Descubrí que esa persona que parece sonreír todo el tiempo, solo lo hace en frente tuyo. Solamente si estás ahí vas a poder leer todos esos lenguajes que no se perciben a la distancia. Hacelo hoy.

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